Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. Isaías 50:4.
Cada cristiano debería ser lo que Cristo fue en su vida en esta tierra. El es nuestro ejemplo, no solamente en su pureza inmaculada, sino en su paciencia, cortesía y disposición amigable. Era firme como una roca en lo que atañía a la verdad y al deber, pero era invariablemente bondadoso y cortés… Su vida fue una perfecta ilustración de la verdadera cortesía. Tenía siempre una mirada amable y una palabra de consuelo para los necesitados y los oprimidos.
Su presencia llevaba una atmósfera más pura al hogar y su vida era como levadura que obraba entre los elementos de la sociedad. Inocente y sin contaminación caminaba entre los indiferentes, los rudos, los descorteses; entre los injustos publicanos, los impíos samaritanos, los soldados paganos, los rudos campesinos y la multitud heterogénea.
Hablaba una palabra de simpatía aquí, una palabra allá, al ver a los hombres cansados y obligados a llevar pesadas cargas. Compartía sus cargas y les repetía las lecciones que había aprendido de la naturaleza, del amor, de la misericordia y de la bondad de Dios. Trataba de inspirar esperanza en los más rudos y poco promisorios, poniendo ante ellos la seguridad de que podían llegar a ser sin tacha y sin culpa, alcanzando un carácter que los haría aparecer como hijos de Dios…
Jesús se sentó como huésped honrado en la mesa de los publicanos, mostrando por su simpatía y benevolencia que reconocía la dignidad de la humanidad, y los hombres anhelaban llegar a ser dignos de su confianza. Sus palabras caían sobre sus almas sedientas con poder bendito y vivificante. Se despertaban nuevos impulsos y se abría la posibilidad de una vida nueva ante esos parias de la sociedad…
La religión de Jesús ablanda todo lo que haya de duro y áspero en el temperamento, y suaviza las asperezas y las agudezas de los modales. Esta es la religión que hace las palabras amables y el comportamiento atractivo… Un cristiano bondadoso y cortés es el argumento más poderoso en favor del Evangelio.
Ellen G. White, Dios nos cuida, p. 189
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